Hay bodas que parecen un auténtico cuento de hadas. Y no sólo por aquello de la bella princesa y el apuesto príncipe, sino por todo lo que las rodea y las bonitas historias de amor que hay detrás. La boda de Elisabet y Robert sería el ejemplo perfecto de esto. 

Mucho antes de la boda, en Bellvei, un pequeño pueblo del Baix Penedés de Tarragona, este acontecimiento generaba una gran expectación entre sus habitantes. Unos chicos tan guapos… una boda en la iglesia del pueblo… tanto tiempo sin ver algo así por allí… Se comprende perfectamente el gentío que veréis delante de la iglesia y las vecinas voluntariosas queriendo ayudar con el vestido a la novia. 

El día prometía ser perfecto con aquel sol espléndido, el yayo de Elisabet (que cumplía ese día 96 años) animado y fuerte para ir a la boda de su nieta, el espectacular vestido de novia y un Seat 850, restaurado por Robert, que también tendría su papel en la historia. Por si esto fuera poco, unas amigas de Elisabet le permitieron cumplir uno de esos sueños de niña que nunca crees que vayan a suceder: ir a la iglesia en coche de caballos. Igual que una princesa. Y como no podía ser de otra manera, el banquete se celebró en un precioso palacio: en la finca Heretat Sabartés en Banyeres del Penedés. Impresionante. 

Pero en mi opinión lo más bonito de todo lo pusieron los chicos. Sus emociones a flor de piel, Eli saludando con su padre en el coche de caballos, la carita de Robert cuando ve llegar a la novia al altar (o la mirada que le echa al escote un poco después jajaja), el gesto de ella secando las lágrimas de su novio en la iglesia… Es en estos detalles en los que me gusta fijarme, es lo que creo que debo captar en un día así, porque todo eso es fugaz, auténtico e irrepetible. Cuando las parejas me contratan sé que confían en mi para reflejar sus verdaderas emociones y no un posado falso, una foto típica o una sonrisa fingida. 

No me enrollo más, os dejo con las fotos. :-)