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Bodas

Una boda es una fiesta privada

Siempre he considerado que las bodas son fiestas privadas, celebraciones familiares, íntimas, a las que sólo deberían asistir las personas que son importantes para los novios.

Por eso nunca me ha gustado sentirme un intruso, un desconocido que está por allí en medio haciendo fotos.

En una boda, el fotógrafo es ese profesional que tiene carta blanca para meterse en todas partes, para verlo todo, para estar con todo el mundo, desde la yaya que ya está mayor, hasta los niños pequeños de tus invitados. Él puede verte llorando, riendo y pasándotelo tan bien que se te olvida que alguien está haciendo fotos todo el tiempo. Él puede escuchar las palabras emocionadas de tus amigos del alma y enterarse de cosas que hasta ese momento sólo sabías tú.

A mi eso me produce un profundo respeto. Por eso hace tiempo que decidí no ser nunca un extraño para los novios. Y esto cambió mi manera de entender la fotografía de bodas. Mi trabajo empieza mucho antes de la boda. Desde el primer minuto, cuando los novios deciden que sea yo quien haga su reportaje, empieza una relación muy especial, cercana, de confianza.

 

Quiero ser un invitado más en su boda, quiero ser un aliado de los novios, quiero ser su cómplice.

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