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Foto del escritorEric Parey

30 años después.


A finales de 1982, cuando tenía 18 años, conocí a una chica. Fue durante la preparación de una obra de teatro de aficionados. Yo pintaba los decorados y ella era una de las actrices; hacía de Gretel en “Hansel y Gretel”. El día que nos vimos por primera vez (un 13 de diciembre), después de acabar las tareas que teníamos ese día, ya notamos que había una gran sintonía entre nosotros porque estuvimos hablando durante varias horas. Para mi fue increíble comprobar la cantidad de gustos comunes y coincidencias que teníamos entre los dos.

La conexión fue tan inmediata que un par de semanas más tarde decidimos irnos de viaje juntos. Solos. Algo totalmente nuevo para mi a esa edad y en esa época.

Desde Zaragoza, ciudad donde vivíamos, fuimos en tren hasta Tarragona y descubrimos esa bella ciudad y otros pueblos del litoral mediterráneo. Como cada vez que salía de viaje, en aquella ocasión también me llevé mi cámara reflex de entonces, una Pentax K1000, con un rollo de diapositivas dentro.

En realidad no hicimos nada especial. Viajamos en tren y autobús, hicimos autostop, hablamos mucho mientras paseábamos, dormimos una noche en la calle (sí en diciembre, pero teníamos una manta que resultó ser suficiente jaja). Ese tipo de cosas. Pero para mi, aquel viaje acabó siendo la experiencia más maravillosa que yo había vivido hasta entonces. De hecho, aunque en ese momento ninguno de los dos lo sabía, ella y yo ya no nos separaríamos nunca.

Ahora, 30 años más tarde (32 en realidad cuando lo publico en el blog), resulta que esa chica todavía es mi mujer y seguimos hablando entre nosotros tanto como entonces. Además, y esto es lo curioso, después de haber vivido en varias ciudades españolas a lo largo de nuestra vida, desde hace poco tiempo vivimos precisamente en Tarragona, la ciudad donde se puede decir que empezó todo.

Con motivo de nuestro 30 aniversario decidimos hacernos unas fotos en los mismos sitios en los que se hicieron las pocas que disparé en aquel viaje (entonces se disparaba menos). La vieja Pentax todavía está conmigo, pero tan sólo como un recuerdo de mis inicios en el mundo de la fotografía. Éstas fueron hechas con una reflex Nikon de las de ahora. No hace falta destacar lo mucho que hemos cambiado en estos años jajaja

Sirva todo esto como pequeño homenaje a la Fotografía, gracias a la cual se pueden hacer cosas como éstas: conservar a través del tiempo testimonio gráfico de experiencias vividas, lugares y personas que quizá hayan desaparecido para siempre. Aunque, gracias al cielo, no sea mi caso.

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