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¿Invitarías a un desconocido a tu boda?


Siempre he considerado que las bodas son fiestas privadas, celebraciones familiares, íntimas, a las que sólo deberían asistir las personas que son importantes para los novios.

Por eso, por el respeto que me merecen esos eventos tan especiales, nunca me ha gustado sentirme un intruso, un desconocido que está por allí en medio haciendo fotos.

En una boda, el fotógrafo es ese profesional que tiene carta blanca para meterse en todas partes, para verlo todo, para estar con todo el mundo, desde la yaya hasta los niños de tus invitados. Él puede verte llorando, riendo y pasándotelo tan bien que se te olvida que alguien está haciendo fotos todo el tiempo. Él puede escuchar las palabras emocionadas de tus amigos del alma y enterarse de cosas que hasta ese momento sólo sabías tú.

A mi eso me produce un profundo respeto. Por eso hace tiempo que decidí no ser nunca un extraño para los novios. Y esto cambió mi manera de entender la fotografía de bodas. Mi trabajo empieza mucho antes de la boda. Desde el primer minuto, cuando los novios deciden que sea yo quien haga su reportaje, empieza una relación muy especial, cercana, de confianza. Quiero ser un invitado más en su boda, quiero ser un aliado de los novios, quiero ser su cómplice.

Les ofrezco mucho más que fotografías, les ofrezco mi empatía. Ese día los novios saben que me tienen para lo que sea. Desde ayudar a que se relajen, aconsejarles en las dudas que surgen cuando llega el momento de la verdad, o incluso planchar algo si no hay nadie más para hacerlo jajaja.

Para mi los protagonistas de vuestra boda sois siempre vosotros. Vosotros decidís quién queréis que esté a vuestro lado ese día. No tenéis porqué invitar a nadie que no os guste. Tampoco a desconocidos.

Es vuestro privilegio, no lo olvidéis.

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