Organizar una boda es probablemente el acontecimiento más grande y más caro al que se enfrenta una persona a lo largo de su vida. Pocas veces uno se involucra tanto en un proyecto en el que deberá gestionar tantos aspectos diferentes y se gastará tanto dinero. Excepto si eres un profesional de la organización de eventos, claro.
Sin embargo, curiosamente, he observado que la mayoría de las parejas, al menos las españolas, evitan contar con los servicios de una wedding planner. Algo que es muy habitual en otras latitudes.
Y gestionar tu propia boda cuando no tienes experiencia, tiene siempre consecuencias. Unas más evidentes y otras menos.
A mi modo de ver, la más importante es el stress añadido. La novia (porque suele ser ella la que se carga con la mayor parte del trabajo) tiene tantas cosas en qué pensar y tantas decisiones que tomar los días previos a su boda, que no es extraño que su nivel de tensión aumente de forma notable.
Otras consecuencias suelen ser las producidas por descuidos, ignorancia, falta de previsión, de experiencia, de planes B, etc… Cualquier profesional del mundo nupcial al que preguntes podrá contar las más variadas anécdotas vividas en bodas. Ramos olvidados en casa, anillos que no aparecen, banquetes arruinados por la climatología por falta de plan B, disgustos, nervios, etc... Algunas pueden ser graciosas (al menos cuando ha pasado un tiempo), pero otras no sólo no hacen gracia, sino que convierten para siempre en un mal recuerdo un día que se prometía maravilloso.
Cualquiera que haya organizado algo alguna vez (aunque sea una fiesta sorpresa para un amigo) sabe que lo normal es que las cosas no salgan siempre como estaban planeadas. Si el evento es menor quizá no tiene mayor importancia, pero cuando hablamos de una boda... el riesgo que se asume tratando de hacer las cosas uno mismo cuando nunca se ha hecho nada semejante, es demasiado alto.
Cuando se les pregunta porqué no han contratado a un/a profesional, los novios suelen dar una de estas dos razones: la económica (creen que no necesitan gastarse dinero en esto) o la que podríamos llamar de derechos de autor (creen que la boda es menos “suya” si otra persona “se mete” en la organización).
¿Cuánto vale la tranquilidad que te puede aportar
un buen profesional?
Personalmente creo que se equivocan en los dos casos. ¿Cuanto vale la tranquilidad que te puede aportar un buen profesional? ¿Y cuanto valen en cambio tantas cosas superfluas en las que los novios se gastan el dinero a veces empujados por la costumbre o el “qué dirán”?
Y por último ¿una boda es menos tuya porque hayas recibido consejos, te hayan asesorado, recomendado proveedores o ayudado en el montaje de mil detalles? Yo creo que no.
En fin, cada uno es libre de hacer lo que considere más oportuno en su boda pero yo lo tengo claro: siempre aconsejaré a las parejas que cuenten con la ayuda de uno de estos profesionales. Sólo hay que asegurarse de que realmente es bueno en lo suyo.
Pero eso hay que hacerlo con todos los que intervienen en tu boda ¿no? :-)